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ADAON

ESTOY EN MARTE… SOLO

Cuando uno tiene una temporada de mucho, pero que mucho, mucho y mucho trabajo, se merece, digo yo, un buen descanso. Después de todo, atrapar a toda una banda de traficantes de plutonio superenriquecido es algo digno de mención ¿no?. Había recorrido todo el Sistema Solar detrás de la banda de traficantes, jugándome el pellejo más de una docena de veces… Bueno, solo dos, cuando me dispararon… Vale, de  acuerdo, tenía escudo de protección, pero me dispararon, y tuve que responder con mi arma. ¿Qué mi arma es cien veces superior a las suyas?, ¿ y qué?. ¿Me jugué el pellejo o no?, que las balas pasaron muy cerca. Bueno, solo eran dardos con anestesia. Vamos a dejarlo.

            Bueno, el caso es que atrapé a la banda enterita: cinco físicos de alta energía y otros seis de partículas y los entregué, cargados de cadenas, a las autoridades marcianas, que los acogieron con los brazos (y las celdas) abiertos.

            Y, miren por donde, me encontré sin nada que hacer. Eso pasa algunas veces, pocas; hay de decirlo claro, en la dura vida de los Representantes de la Ley. Esa fue una de esas raras ocasiones de asueto.

            Pero… vaya… estaba en Marte… y solo. Mi adorable esposa  Carmen (a la que quiero con locura) estaba en la Tierra… en compañía… de su madre. ¿Y qué puede hacer un hombre solo en Marte, posiblemente el planeta más aburrido de todo el Sistema Solar. ¿Visitar el Monte Olimpo, el volcán más grande del Sistema Solar?. El dichoso volcán es impresionante, pero lo había visto tantas veces, que me lo sabía de memoria. ¿Recorrer los bares, tabernas, tugurios y demás lugares de copas?. Si, sería interesante, si en Marte estuviera permitido algo más fuerte que la limonada. Vivir bajo una cúpula tiene sus limitaciones: no se puede beber, no se puede fumar, no se puede hablar alto, ni reír ni vaciar la tripa de gases. No se puede hacer nada que moleste a tu vecino. Un aburrimiento, vamos.

            ¿Qué hacer con los dos días que me quedaban de descanso, antes de bajar a La Tierra para que me asignaran otra misión?… Hummmm, estaba Salomé.

            Salomé es una de esas mujeres que han nacido para el amor, para el solaz de cualquier hombre y, si, trabaja el lo que ustedes, gentes mal pensadas, piensan. No es que la visitara muy a menudo, no crean. Lo hice algunas veces, (una, dos, como mucho) pero siempre por razones de servicio. Los policías conocemos a todo tipo de gente, es parte de nuestro trabajo. Sin pensarlo, mostré una  SCGP (Sonrisa de Chico Guapo con Pasta) y encaminé mis pasos hacía la fila de videoteléfonos del espacio puerto.

Me costó mucho encontrar su número de videoteléfono en mi agenda, estaba casi tapado por otros escritos a los largo del tiempo. Pero lo encontré y marqué el número

-         Señorita Salomé Leblec, soy Antony Fersan, de la Tierra , - dije, a modo de presentación.

-         ¡¡¡¡Toooooooonyyyyyyyyyyyyyy, que alegría, hace dos semanas que no me visitabas!!!. ¿Dónde estabas, amor?.

-         Bueno, he tenido trabajo.

-         Huy, pobrecito, estarás muy cansado. Tengo lo necesario para quitarte el cansancio.

-         ¿Ahora?.

-         Claro, amor Ahora mismo anulo las citas que tenía. Todo el día para ti y, la noche, también Mientras vienes, prepararé la bañera y las bebidas.

-         ¿Y el inhibidor de gravedad ?.

-         Oooooooooooh, como sabes lo que me gusta, amor… Ven, corre a mí. Te espero.

Por si ustedes no lo saben, un inhibidor de gravedad es un ingenioso aparato que anula la gravedad. Concebido para hacer algunos experimentos físicos, Salomé, que es más lista que el hambre, lo había incorporado a su extenso repertorio de artes amatorias. ¿Se imaginan las locuras que puede hacer una pareja desnuda sin gravedad?. Si, eso mismo.

Me caía la baba cuando colgué el videoteléfono y, raudo como un rayo, llamé a un taxi. Entonces, si, en aquel maldito segundo, el mundo se derrumbó ante mí.

Una enorme manaza cayó sobre mi hombro. Los huesos crujieron y casi grité de dolor. Pero el más puro terror atenazó mi garganta, impidiéndome articular sonido alguno.

Frente a mi, cogiéndome con su manaza de cavador de tumbas, Eliot Nessen me miraba desde las alturas (mide más de dos metros) Su aliento apestaba, al igual que cada centímetro cuadrado de piel, no se había peinado ni afeitado en días y, como siempre, vestía de forma deplorable. Por cierto, es mi jefe.

-         Te buscaba, - masculló, más que dijo. Como todos los jefes de todos los tiempos en todos los mundos, Eliot nunca hablaba: ladraba y mascaba palabras, pero nunca hablaba.

-         Pues ya me has encontrado, Eliot. Ahora déjame, tengo cosas que hacer.

-         Estoy en un apuro.

-         Todos tenemos problemas. Si se lo cuentas a un cura en confesión, te sentirás mejor.

-         Sin bromas o acabarás dirigiendo el tráfico en la luna más pequeña de Neptuno. Hay un problema, y de los gordos.

Puse mi CL (Cara Lastimosa) más convincente y gemí:

-         Pero Eliot, me quedan dos días, sólo dos días de descanso antes de bajar a La Tierra donde, por si no lo sabes, hay trabajo a montones.

-         Tu permiso queda anulado ahora mismo, - lo suponía, pero no dije nada, - Vamos al bar y te lo explico.

En el bar pedimos café, que tuve que pagar de mi bolsillo. Eliot nunca lleva dinero encima y, si lo lleva, lo esconde. Deja que sus pobres y desgraciados subordinados le hagan la pelota pagando sus consumiciones.

-         Hace media hora a llegado un buque de pasajeros de Vega en tránsito a Sirio - empezó Eliot, - en él viajan tres hombres de negocios muy importantes…

-         ¿Cómo de importantes?, - le interrumpí.

-         Cada uno de sus pestañeos vale trescientos mil solares. - Lancé un silbido. ¡Caray!. Todo mi cuerpo apenas vale mil solares, por lo menos eso dicen las compañías de seguros.

-         ¿Y qué pasa con ellos?

-         Creemos que uno de ellos es traficante de summan y que lleva un cargamento de medio kilo.

Otro silbido. ¡Medio kilo de summan!. Con semejante cantidad se podían hacer hasta veinte millones de dosis que, a diez solares la dosis son… Bueno, lo mío no son las matemáticas.

Para que me entiendan, la summan es la droga entre las drogas. Cuando uno la toma, se hace más inteligente, más guapo, mejor amante más… de todo lo bueno, vamos. La summan es el remedio perfecto para la depresión y estados de ánimo bajos. Como afrodisiaco no tiene parangón y, a la hora de estudiar, es perfecta: con leerse el libro una vez, uno se lo aprende de memoria y se llega a los exámenes sabiéndose la lección de cabo a rabo. En cuanto al trabajo, no hay mejor trabajador que un adicto a summan.

Lo malo es su efecto secundario: psicosis asesina. Mucha gente inocente ha muerto a manos de tomadores de summan. No son sanguinarios y ciegos asesinos que matan todo lo que encuentran en su camino, y que caen abatidos por cualquier policía de barrio. No, nada de eso. Los asesinos de la summan se vuelven muy inteligentes, cautos, minuciosos y precavidos; y muy, muy peligrosos. Se dio el caso de un asesino de summan que mató a ciento treinta personas y nunca repitió el mismo método para matar.

-         ¿Y dónde la lleva?, - pregunté, interesado en el caso muy a mi pesar.

-         Seguramente, en algún lugar de su cuerpo. Creemos que le han extirpado algún músculo para poner uno artificial con la summan dentro.

-         ¿Habéis encontrado cicatrices?.

-         No, se habrá hecho la operación con alguna técnica de endoscopia. .

-         ¿Y qué problema hay?. Los cogéis y los metéis en una celda sin pan ni agua. Al tercer día cantan sin música.

-         Tony, Tony… Algunas veces eres el mayor capullo de todo el Sistema Solar. Primero, son tan importantes, que no podemos tocarlos ni respirar cerca de ellos. Segundo, están en tránsito hacía Sirio.

Comprendí de golpe. Cuando uno viaja a través del subespacio (obligado en viajes medidos en años - luz), se debe tomar una potente droga llamada Drajo (la summan deriva de ella). El paso del universo de materia al de energía tiene consecuencias nefastas para cualquier organismo vivo y la Drajo evita daños irreparables. Lo malo (siempre hay algo malo en asuntos policiales) es que los que están bajo los efectos del Drajo se convierten en unos imbéciles redomados. No se los puede interrogar y hay que cambiarle los pañales cada cierto tiempo.

-         ¿Y qué tengo que ver en todo esto?.

-         Quiero que averigües quién es el traficante.

-         Pero…

-         Te recompensaré.

-         ¿Seis cifras?

-         Cinco y va que chuta.

-         ¿Y si me niego, puedo alegar los dos días de permiso que me debéis?.

-         Conozco un sitio maravilloso cerca de Neptuno. Es una luna con una explotación minera, tiene unos tres mil metros de diámetro y sólo hay hombres. Por cierto hacen falta policías allí.

 

 

Acepté el trabajo, ¿tenía otro remedio?. Pero antes de marchar hacía el espacio puerto, donde estaban los tres hombres de negocios, llamé a Salomé.

-         Tonyyyyy, me haces esperar, y estoy tan… tan, Oooooooooo, Tony, eres muy malo. Quieres hacerme sufrir- , musitó con la voz más melosa e insinuante que e escuchado nunca.

-         ¡Cinco minutos, solo cinco minutos y estoy allí!.

-         Te doy cuatro.

-         ¡Tres, tres, solo tres!.

-         Ven pronto Tonyyyy, estoy desnuda para ti. - Y vaya si lo estaba.

Colgué y soborné a un taxista para que, en un tiempo realmente corto, me llevara al espacio puerto.

Los tres grandes hombres de negocios estaban en una habitación, a donde les habían conducidos sus cuidadores. Los que están bajo los efectos del Drajo no pueden valerse por si mismos. Los tres miraban la pared con expresión bovina.

-         Hola, buenos días, -  saludé, entrando en la habitación. Me había puesto mi mejor CPCLML (Cara de Persona Competente con Ligera Mala Leche)- Señores, sabemos que uno de ustedes es traficante de summan. Ustedes tienen cosas muy importantes que hacer y yo otras muy agra…importantes también. Creo que, para el bien de todos, el culpable debe confesar su crimen.

-         Elbueycomehierbayenellahaybichosinclasificablesquesecomenlahierbaperoalbueynolaimporta, - dijo uno de ellos, con una risa idiota a más no poder.

-         Elsolbrillaenlatierraylatierrasecalientaporlosroyosdelsol, - dijo otro que, al contrario que su compañero, lloraba.

-         Lasballenascomencalamaresycloscalamaressonrojosperolacagadadelaballenaesblanca, - el último ni lloraba ni reía, permanecía serio como una tumba.

Las cosas se complicaban. Cambié mi CPCLML, por la más convincente RPAC (Rostro de Persona Algo más Cabreada). Dije:

-         Vamos, caballeros. Uno de ustedes es un traficante y un hombre con dos cojo… bien puestos. No habrá tomado la dosis recomendable de Drajo, sino lo suficiente para no tener daños en su organismo. Sólo así es dueño de sus actos. Pero, con dosis mínimas de Drajo, el paso al Universo Energético es muy doloroso, como si te arrancaran los cogo…los ojos y los dientes al mismo tiempo y sin anestesia. Si, muy valiente. Pero tonto. Está perdido, y lo sabe. Vamos a cogerlo, es algo matemático. ¿Por qué alargar esta comedia?.

-         Lasmujeressonunabendicionparaelhombreperotambienunamaldicionnohaynadamásagradablequeunamujer.

-         Ccucucucucucucucucucucucucucucucucucucucucucucucucucucucucucucucucucucucuc.

-         Lasballenassonlosanimalesmasgrandesquehanexistidoperonosonlosorganismosmasgrandesquesonhongos.

Vaya con el de las ballenas, me estaba poniendo de los nervios. Salí fuera y llamé a Salomé.

-         ¿Pero vienes o no, chico malo?.

-         ¡Cinco minutos, solo cinco minutos!.

-         Estoy flotando en mi habitación y… ¿sabes una cosa?. He aprendido yoga ¿ Sabes lo que se puede hacer con yoga y un inhibidor de gravedad?.

Me lo imaginé, y un sudor frío inundó mi frente. Lo sequé con la manga y llené tres vasos de agua.

-         Caballeros, estamos perdiendo el tiempo. Voy a tomarme este asunto con más seriedad.- y, sin previo aviso, les arrogué el agua. Esperaba que alguno diera un brinco, o lanzara un suspiro. Que hiciese algo, vamos. Pero no. Todos permanecieron impasibles, salvo su expresión de idiotez absoluta.

-         Losquepasanporunpuentemiranhaciaabajoysemarean.

-         Elaustropitecoesabuelodenhombremodernoyelhombremodernoseraabuelodeotrohombrequetambienseramoderno.

-         Lasballenasvivianantesenlatierrafirmeperoalhacersemasgrandevolvieronalaguatransformadosuspatasenaletas.

Joder con el de las ballenas. Decidido a todo, saqué mi arma.

-         Tú, confiesa ahora mismo, - y le apoyé el cañón en la frente.

-         Lamusicaderivadesonidosonotopellicosproducidosporlosprimeroshombresalimitarelsonidodelosanimalesalcazar.

-         Casitodoaslasmujeresusanfaldaperoamimegustanconpantaloinesmuyajustadoschuchuiachuachuachuachuachua.

-         Lasballenasparendentrodelaguayelballenatotienequesalirarespiraroseaguaperonosecomohacenelamorlasballenas.

-         ¡Cómo vuelvas a nombrar a las ballenas te vuelo la tapa de los sesos!.

-         Lasballenashacengrandesviajesmigratoriosenbuscadealimentoydelugaresdondeaparearse.

-         ¡¡¡¡Joder!!!!.

Salí fuera a calmarme y, de paso, volver a llamar a Salomé.

-         Por si no lo saber, he anulado todas mis citas para hoy, - gruñó con cierta mala leche. Bueno, mucha mala leche. - Si me hacer perder dinero, no te lo perdonaré nunca y te borraré de mi lista VIP… ¡Te borraré de todas mis listas, hasta de los morosos! ¿Sabes lo que cuesta mantener un inhibidor de gravedad?

-         Tranquila, mujer, tranquila. No perderás ni un céntimo, y ganarás mucho más que con los servicios normales.

-         Eso espero. ¿Tardarás mucho?.

-         Cinco minutos, solo cinco minutos.

-         Eso mismo dijiste hace una hora.

-         Ahora es la verdad, Te lo juro.

-         Por tu bien, ven.

Encaminé mis pasos hacía la habitación, con mi CAP (Cara de Asesino en Potencia) más convincente y el arma a punto. Un tiro en la pierna duele, y el traficante no podría seguir fingiendo. Si, eso sería lo mejor. Pero, eh, un momento, algo quería encenderse dentro de mi cabezota, adornada con un rostro guapo y varonil. Pasee por el vestíbulo. ¡Piensa, hombre, piensa!. Se supone que eres inteligente. Después de todo, has llegado a inspector con sólo treinta años. Bueno, treinta y tres.

Y una luz se encendió en mi cerebro. ¡ Tenía la solución al alcance de la mano!.

-         Caballeros, me doy por vencido, - anuncié, mostrando mi sublime SHDPAV (Sonrisa de Hombre Derrotado Pero Aún no Vencido). - Uno de ustedes es mucho más listo que yo. Más listo y más fuerte, debo reconocerlo. Bien, estoy vencido y adiós a mi recompensa de cinco cifras. Pero su astronave no sale hasta dentro de quince minutos. Tenemos diez minutos antes de que vengan sus cuidadores. ¿Qué les parece si les cuento qué pensaba hacer en Marte antes de que me asignaran esta misión?.

Empecé describiendo el cuerpo de Salomé. Su increíble piel, fina como la más suave de las sedas. Sus pechos, grandes, tiesos, respingones y dotados de los más grandes y dulces pezones que un hombre pueda imaginar. Y, claro, terminé con la entrepierna: verdadero paraíso para cualquier hombre que se precie de serlo. Luego, seguí con su arte: paso a paso, con todo lujo de detalles, describí lo que hacía con la lengua, su larga, rosada y sabía lengua. Como utilizaba los labios y los dientes… Y las manos ¡ Hay, sus manos, capaces de encontrar placer allí donde no existe!. No me olvidé, por supuesto, de su larga experiencia en los distintos métodos para proporcionar placer a cualquier hombre. Minuciosamente, relaté su sublime griego, su francés inigualable, su español extenuante y, por supuesto: lo que hacía encima del inhibidor de gravedad. Acabé con el yoga (eso me lo inventé, pero creo que estuve bastante convincente) y finalicé con estas palabras.

-         Señores, ya están aquí sus cuidadores. Por favor levántense… Pero tú no, amante de las ballenas. Estás detenido por traficar con summan.

Entraron cinco chicos de uniforme, verdaderos gorilas sedientos de sangre, que lo cargaron de grilletes en un santiamén y se lo llevaron, chillando como un cerdo, en volandas.

-         ¡Mi más sincera enhorabuena!, - chilló Eliot, estampándome un sonoro y baboso beso en cada mejilla. - ¿Pero cómo lo has hecho?.

-         Fue fácil para alguien que espera una recompensa de cinco cifras.

-         ¡¿Cinco cifras?, Serán seis!.

-         Bueno, pues seis… Ya, ya sé. Quieres saber cómo lo hice. Bueno, sabía que sólo uno tenía sus facultades mentales intactas, ya que había tomado poca Drajo…

-         ¿Y?. Era un perfecto actor. Muchos intentaron hacerle confesar sin conseguirlo. Pero tu…¡ Hay mi niño!.

-         Yo le hice sudar un poco con lo que escuchó. Llevaba cinco semanas simulando estar bajo el efecto del Drajo… Cinco semanas sin mujeres es mucho tiempo. ¿Y mi recompensa?.

-         ¡Aquí la tienes, - abrí unos ojos como platos ante la cifra. - Pero hay más, espera un minuto.- ¿Más?. Una enorme SR (Sonrisa Satisfecha) adornó mi guapo rostro y me encaminé hacía los videoteléfonos.

-         ¡Tú, cabronazo, vete a la mi…!, - gruñó Salomé. Yo, por toda respuesta, le mostré el cheque a mi nombre. - ¡Es todo para míiiiiiiiiiiii!.

-         Si te portas bien y me perdonas por lo mucho que has esperado…. Pero, claro, estarás muy enfadada.

-         ¿Enfadada yo?. Que cosas tienes, amor. Pero ven ya, estoy dispuesta a todo.

-         ¿Todo el día para mi solo?.

-         ¡Toda la semana!. ¡Ven,ven,ven!.

Giré en redondo, sin desconectar el videoteléfono. ¡ No había que perder ni un segundo!. Pero,¡ Hay! de nuevo, el mundo se derrumbó a mi alrededor. La manaza de Eliot volvió a caer sobre mi hombro, y me mostró el "Mas" de mi recompensa.

Y tuve que hacer el esfuerzo más grande de mi vida.

Sonreí.

-         Hola Carmen, cariño.

-         ¡He mandado buscarla, para que disfrutéis juntos de la recompensa de seis cifras. Contento?.

-         Por supuesto, Eliot. Es todo un detalle.

 

J.B. Sanchis

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